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Si quieres considerar el celibato, es necesario hacerlo de un modo festivo, con aires de celebración. Esta realidad exige que vayas con tus mejores galas, elegante y sonriente. Con la alegría de quien va a participar en algo memorable, con el temor respetuoso de quien ha sido invitado a un acontecimiento que le trasciende y que no merece. Con el agradecimiento sereno y excitante de quien ha recibido un regalo inesperado, ya sea para sí mismo o para alguien cercano a él. Aprovecha y disfruta.

Si vives el celibato, tienes muchos motivos y circunstancias para ser la persona más feliz del mundo. No te propongo un “celibato perfecto” ni un “celibato ideal” porque no sé lo que es. Lo lógico es que vivas un “celibato en construcción”, un “celibato en desarrollo”, porque tendrás carencias, defectos, oportunidades de mejora, limitaciones, vulnerabilidad y miedos. Vete a tu ritmo, tómate tu tiempo, convive con tus defectos e incertidumbres y déjate salvar por Cristo.

Procura sacar tus propias conclusiones y desarrollar tu particular camino de vivir el celibato. Si tu vocación es otra, te pueden servir para comprender mejor cómo enriquece el celibato de otros la vida de la Iglesia, tu vida cristiana y tu vocación particular. Por ejemplo, en el matrimonio, porque, como dice el Catecismo, celibato y matrimonio “son inseparables y se apoyan mutuamente” y san Juan Pablo II refuerza afirmando que “el matrimonio y la virginidad son dos modos de expresar y de vivir el único misterio de la alianza de Dios con su pueblo”.

Si consideras que tu vida espiritual y de celibato es ya madura, espero que encuentres ideas nuevas, aspectos que no habías considerado y enfoques distintos que te revitalicen y vivifiquen el día a día de tu celibato personal. Si eres más joven o llevas pocos años en este camino, sugiero que tomes todas estas ideas con la ilusión de ver que estás en las primeras etapas del camino, que es un itinerario precioso con muchas facetas y que no te vas a aburrir. Tienes por delante una interesante tarea de crecimiento, que incorporarás todo esto progresivamente y con tu estilo personal: ¡hay presente y hay futuro! Caminante hay camino, se hace camino al andar. Caminante anda el camino, se hace camino al amar.

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     ¿Y si fuera verdad que puedes ser contemplativo en medio del mundo? En el Catecismo sugiere que sí: "No se puede meditar en todo momento, pero sí se puede entrar siempre en contemplación, independientemente de las condiciones de salud, trabajo o afectividad. ¿Y si no fuera independientemente sino precisamente a través de esas condiciones?

     Suena pretencioso si el fundamento lo pones en ti mismo y en la propia acción. Si los cimientos de esa vida contemplativa están en los regalos que Dios hace, ni suena pretencioso ni es algo exagerado, sin más es que Dios te envuelve con sus brazos y manos de madre y de padre, te recoge en su regazo y te da a conocer y sentir más íntimamente su maternidad y su paternidad. Tú tan feliz como hijo de Dios que se deja acoger como el niño que es abrazado por Jesús: “Y acercó a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó”.

     La contemplación y la búsqueda de ser contemplativo en medio del mundo tienen un doble actuar, que sería dejarse buscar por Dios y hacerlo de forma activa: un ascetismo sonriente contemplativo y contemplado. Activamente me pongo en disposición de amar a Dios, de servirle en los demás, de adorarle y pasivamente espero a que Él se manifieste cuando quiera.

El objetivo de estas líneas es hacer de altavoz a las enseñanzas de san Josemaría y de hacerlas resonar con las aportaciones de otros autores como Franz Jalics, Thomas Keating, Pablo d’Ors, san Juan de la Cruz y otros tantos que han recorrido este camino antes que nosotros.

     Abre los regalos que la vida, tu vida, te brinda y vívela a pleno pulmón. El premio es ya el camino, hacer el bien y disfrutar del cielo en la tierra.

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     Cuando acompañas a alguien, puede ayudarte considerar algunos aspectos de contenido psicológico que sirvan de estructura para facilitar el desarrollo personal de quien nos pide dirección espiritual. Esto también servirá para cuidar de ti mismo y que sea una atención de mayor calidad.

     Estos textos surgen de la experiencia personal con aciertos y errores, de conversaciones con centenares de acompañantes de diversos países, edades y formaciones, y de preguntas elaboradas en encuentros formativos que ayudaron a cuestionarse cómo mejorar en el arte del acompañamiento.

     Quien acude para ser acompañado en su camino de búsqueda, encuentro, trato y amor a Dios, requiere toda nuestra atención; que entremos en su alma de puntillas y descalzos, como en tierra sagrada, y que conozcamos aspectos básicos de la psicología humana que favorezcan esta relación.

     Además de vida sobrenatural y confianza en la gracia, también exige de nosotros formación continua y una preparación de calidad para establecer esa relación con el marco y las herramientas psicológicas que faciliten la acción de Dios y potencien la libertad de la persona.

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